Silva-Croome MC, Niepomniszcze H.
Conferencia dictada por el Prof. Dr. John B. Stanbur y en homenaje a la memoria del Prof. Dr. Héctor Perinetti
Durante el Primer Congreso Latinoamericano de Ti roides, celebrado en Mar del Plata en octubre de 1981, el Comité Organizador decidió rendir un homenaje póstumo al entonces recientemente fallecido Prof. Dr. Héctor Perinetti, quien fuera pionero en la investigación del bocio endémico en la República Argentina. Por tal motivo, se invitó al Prof. Dr. John B. Stanbury para que dictase una conferencia magistral, de tipo histórica, sobre la célebre misión argentino-norteamericana que, por primera vez en el mundo, utilizó los radioisótopos para el estudio de la endemia bociosa. Dicha conferencia tuvo como título: “Reflexiones sobre una Visita a Mendoza ”.
Debido a su extensión, el texto de la disertación traducida al castellano será dividida en 4 partes, que serán publicadas en forma sucesiva en esta sección del CACDDI, que la RAEM nos brinda generosamente.
Primera Parte:
“La Clínica de Tiroides del Massachusetts General Hospital fue establecida en la década del ‘20 por el Profesor James Howard Means. Sus reuniones de los martes a la tarde llegaron a ser una actividad regular del Hospital, y después de la Segunda Guerra Mundial atrajo a una permanente corriente de visitantes de otros países. Algunos de ellos, como los Dres. Reforzo Membrives y Galli Mainini se quedaron un tiempo como investigadores.
A mediados de los ’40 Douglas Riggs, del Departamento de Farmacología, desarrolló el primer método confiable para medir el yodo hormonal (PBI) y se convirtió en un participante regular dentro de las actividades de investigación de la Clínica. A comienzos de 1949, con la partida de Rulon Rawson como Jefe de la Clínica, yo asumí esa responsabilidad. Más tarde, en ese mismo año, Gordon Brownell, un joven físico del Massachusetss Institute of Technology, se unió al plantel del hospital y, dada su larga asociación con el MIT para el desarrollo de aplicaciones humanas del radioyodo, se convirtió en un importante colaborador de muchos de los programas de investigación del grupo de tiroides.
Fue en ese contexto que Héctor Perinetti arribó un martes a la tarde en la primavera de 1950. Como profesor de cirugía en la Universidad Nacional de Cuyo, él había tenido una enorme experiencia con el bocio en la Provincia de Mendoza, la cual por siglos fue conocida como una región de intensa endemia. Al cierre de la Clínica, el Profesor Perinetti nos mostró una serie de espectaculares fotografías de sus pacientes. Ninguno de nosotros había visto nada igual. Nuestra reacción inmediata fue proponerle un estudio conjunto, en Mendoza, de casos similares, empleando los, para ese entonces, nuevos métodos de medición de la función tiroidea, incluyendo precisos análisis de yodo inorgánico y hormonal y estudios cinéticos con radioyodo. Perinetti quedó entusiasmado e inmediatamente ofreció su cooperación y las facilidades de su hospital. Los preparativos requirieron más de un año. Hubo que conseguir dinero para equipamiento y viajes. Howard Means fue muy entusiasta y pudo obtener los recursos financieros. Pasaron varios meses hasta que se logró el permiso oficial del Gobierno Argentino. Los suministros tuvieron que ser encargados y despachados a Mendoza. Tuvo que obtenerse el permiso y hacer los arreglos para importar yodo radioactivo. Se tuvieron que desarrollar protocolos de investigación. Finalmente, en junio de 1951, pudimos partir rodeados por muchas incertidumbres. Todo el bagaje electrónico, los reactivos químicos y el material de vidrio fue enviado por barco, sin tener la seguridad de que llegaran a puerto, pasaran las barreras aduaneras y alcanzaran llegar a Mendoza. Aún así, ignorábamos si iban a servir.”