DE LA ESPRIELLA-PALMETT VM1, SÁNCHEZ-VEGA JC1, RONDÓN-CARVAJAL J1,2*
Desde 1993 la Organización Mundial de la Salud definió osteoporosis como “una enfermedad sistémica, caracterizada por una disminución de la masa ósea y un deterioro de la microarquitectura del tejido óseo que incrementa la fragilidad del mismo, con el consecuente aumento del riesgo de fractura”. Esto se da debido a la disfunción de la unidad de remodelación ósea, la cual está constituida por un conjunto de células que se encargan de destruir porciones de “hueso viejo” para ser reemplazadas por “hueso nuevo”; lo anterior, puede explicarse por una disminución de los estrógenos como en el caso de la menopausia o secundario a otras afecciones sistémicas.
El principal problema clínico de la osteoporosis son las fracturas en población anciana, lo que resulta en un aumento de las morbilidades, los costos de atención médica y la mortalidad en los pacientes razón por lo cual, una estrategia de tamización y valoración del riesgo es imperante para impactar en esta problemática. Los algoritmos de riesgo de fractura que combinan los factores de riesgo clínicos y la densidad mineral ósea ahora se usan ampliamente en la práctica clínica para identificar a las personas de alto riesgo. Así mismo, los avances en la investigación han aumentado la gama de opciones terapéuticas disponibles para prevenir las fracturas que van desde el manejo antirresortivo hasta biológicos que aumentan la densidad mineral ósea; sin embargo, la osteoporosis sigue siendo una afección crónica y requiere un tratamiento a largo plazo, a veces de por vida, por lo que se tendrá que estratificar adecuadamente aquellos pacientes en quienes se pueda disminuir o incluso detener la terapia.
Since 1993, the World Health Organization has defined osteoporosis as «a systemic disease, characterized by a decrease in bone mass and a deterioration of the microarchitecture of bone tissue that increases its fragility, with the consequent increase in the risk of fracture». This occurs due to the dysfunction of the bone remodeling unit, which is made up of a set of cells that are responsible for destroying portions of “old bone” to be replaced by “new bone”; This can be explained by a decrease in estrogen in the case of menopause or secondary to another systemic condition.
The main clinical problem of osteoporosis is fractures in the elderly population, resulting in increased morbidities, medical care costs and mortality in patients. Therefore, a screening and risk assessment strategy is imperative to stop this problematic. Fracture risk algorithms that combine clinical risk factors and bone mineral density are now widely used in clinical practice to select high-risk individuals. Likewise, advances in research have increased the range of therapeutic options available to prevent fractures, ranging from antiresorptive management to biologicals that increase bone mineral density; however, osteoporosis continues to be a chronic condition and requires long-term treatment, sometimes for life, so those patients in whom we can reduce or even stop therapy will have to be properly stratified.