Marcos Sergio Abalovich nació en la ciudad de Buenos Aires el 18 de agosto de 1954. Luego de finalizar el secundario en el Nacional Buenos Aires, ingresó a la Facultad de Medicina culminando en 1978 una carrera brillante a los 24 años con Diploma de Honor.
Es muy difícil resumir en pocas palabras toda su trayectoria, gran parte de la misma ampliamente conocida por los que somos sus contemporáneos, pero considero una obligación remarcar algunos de los puntos principales para aquellos que, por razones generacionales, quizás no puedan dimensionar el valor de su actividad profesional.
Hizo la residencia en Endocrinología en el Servicio de Endocrinología del Hospital Teodoro Álvarez y desde los primeros años de la actividad hospitalaria demostró una notable dedicación al estudio y al trabajo asistencial, culminando esa etapa formativa como Jefe e Instructor de Residentes.
Obtuvo por concurso el cargo de médico de planta en la División Endocrinología del Hospital Carlos Durand, desempeñándose fundamentalmente dentro de la Sección Tiroides a cargo de la Dra. Silvia Gutiérrez. Si bien tuvo una amplia formación en las distintas áreas de la endocrinología, dedicó gran esfuerzo en la asistencia, docencia e investigación de la patología tiroidea. En ese camino contribuyó con aportes fundamentales para entender el impacto de las disfunciones tiroideas sobre el embarazo y la reproducción masculina y femenina, plasmados en publicaciones nacionales e internacionales. Todo ello culminó con su participación en las Guías de la American Thyroid Association for the diagnosis and management of thyroid disease during pregnancy and postpartum (2011) y en Management of thyroid dysfunction during pregnancy and postpartum: an Endocrine Society clinical practice guideline (2012). Por sus antecedentes en la investigación clínica, obtuvo el cargo de Investigador Asociado de la Carrera de Investigación en Salud del Ministerio de Salud de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
Desde el punto de vista institucional, por su trayectoria académica fue elegido Presidente de la Sociedad Latinoamericana de Tiroides para el período 2011-2013 y Presidente de nuestra Sociedad en los años 2016-2017.
Fue un excelente docente y dedicaba buena parte del tiempo en trasmitir a los jóvenes sus conocimientos para elevar la calidad asistencial. Se desempeñó como Subdirector y luego como Director de la Carrera de Médico Endocrinólogo de la UBA, Unidad Durand, y como Profesor Titular de Medicina del Instituto Universitario Dr. René Favaloro. El trabajo cotidiano en consultorio era destacable, rodeado de jóvenes colegas enseñando, orientando la discusión de casos clínicos, incentivando el estudio y la interconsulta con otras especialidades. Su carrera hospitalaria culminó como jefe de la División Endocrinología del Hospital Carlos Durand de Buenos Aires, cargo obtenido por concurso en 2015. Trabajador incansable en la organización de las actividades académicas, disfrutaba manejando los Ateneos, pero permitiendo siempre la participación tanto de los profesionales de planta como de los jóvenes en formación.
Más allá de sus méritos profesionales, Marcos fue un hombre polifacético, desarrollando actividades vinculadas con la cultura y el arte. Fue un apasionado de la vida y amante del teatro, la literatura y la pintura. Escribió cuentos publicados en Poetas y Narradores Contemporáneos (2003) por la Editorial De los Cuatro Vientos, estudió teatro leído y fue alumno del profesor de teatro Diego Armentano. Actuó en varias obras en el Teatro SHA/Auditorio Hebraica, como “Aquí no paga nadie” de Darío Fo, “El tío loco” de Cossa y en el papel protagónico de “El pan de la locura” de Gorostiza.
Para el final dejo lo más importante, a mi criterio, en una persona que transita su vida en sociedad: quería entrañablemente a sus padres, esposa e hija, era respetuoso y amable con sus amigos y compañeros de trabajo, aún con los que tenía diferencias de opiniones. Siempre trataba de comprender al otro, buscando puntos de acuerdo, eludiendo la confrontación estéril. Tenía una mirada humanística sobre el hombre, sin prejuicios de credo, clase, etnia o nivel cultural, respetaba a todos por igual y a todos les aportaba por igual su conocimiento médico.
Con Marcos nos fuimos haciendo amigos de a poco, casi sin darnos cuenta: primero como compañeros de esta hermosa profesión, luego como personas preocupadas por la vida, el hombre y su entorno. Así pude conocer y apreciar sus virtudes en todas sus facetas, y en este orden:
como familiar, pensando siempre en su esposa, hija y padres,
como amigo, siempre dispuesto a ayudar y a dar una palabra de aliento,
como médico, volcando toda su sapiencia para resolver la enfermedad,
como docente, aportando todos sus conocimientos en forma desinteresada,
como ser humano, fue sensible y preocupado por “el otro” y su entorno.
Marcos fue una persona de bien, dicho no como frase estereotipada o convencional. Quienes lo conocimos un poco más de cerca, no podemos dejar de lamentar que nos haya dejado tan pronto. Extrañaremos su humor, su risa amable, su fuerza de voluntad y calidez humana. Nos queda el consuelo de haber tenido la oportunidad y el honor de conocer a un científico íntegro, quien servirá de modelo para quienes tomarán la posta de la asistencia, docencia e investigación endocrinológica.